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La Historia de la moneda

Tomada de la revista "Conocer y coleccionar Monedas y Billetes de todo el mundo" La cual no indica derechos de autor

 

wpe1.jpg (9160 bytes)Aunque son numerosos los estudios e hipótesis acerca de quién haya «inventado» la moneda, nadie ha acertado todavía a dar una respuesta definitiva.  Naturalmente, la primacía de un sistema de intercambio tan difundido, que ha promovido contactos, relaciones comerciales y circulación de ideas entre los pueblos, es objeto de debates y se presta a la creación de leyendas y mitos. Muchos hacen remontar las primeras monedas de oro a Creso, rey de Lidia en el siglo VI a.c. La riqueza de Creso se ha hecho legendaria, y la leyenda, como ocurre a menudo, contiene un fondo de verdad: Lidia, una región de la actual Turquía asiática, se encuentra en una posición privilegiada porque actúa como bisagra entre Oriente y Occidente. Además, es muy rica en minas de oro, como recuerda Herodoto, gran historiador del siglo V a.C.: «En cuanto a maravillas dignas de ser recordadas, Lidia no posee muchas en comparacion con otros países, excepto las briznas de oro que provienen del Tmolo,, (montañas de Anatolia).  Otro aspecto importante en apoyo de esta tesis es que Lidia tiene poco terreno cultivable: sus habitantes se dedicaron muy pronto al comercio, primero en forma e trueque, y luego según las diversas modalidades de intercambio que, como veremos, constituyen la génesis de la moneda.  Otros sostienen que la cuna de la moneda se halla en las costas de Asia Menor, donde florecieron las primeras colonias griegas, tan importantes en la mediación entre las culturas helénica y oriental.  También estas colonias, por lo demás fronterizas con Lidia, desarrollaban intensos tráficos comerciales.

wpe7.jpg (3631 bytes)  Más allá de disquisiciones académicas sobre la zona exacta de nacimiento de la moneda, queda de manifiesto, en cualquier caso, que la región de Asia Menor fue el ámbito más idóneo para la creación y desarrollo de una forma de intercambio práctica y ligera, capaz de promover relaciones tanto comerciales como culturales de los pueblos asomados al Mediterráneo.  Los conocimientos actuales se basan en los hallazgos de monedas de electrón (una aleación natural de oro y plata) principalmente en Éfeso, en la costa de Asia Menor.  Hoy se piensa que las primeras emisiones se efectuaron en Oriente (siglo VII a.C.). Desde allí, el uso de la moneda se difundió a Grecia.

  Sistema de Intercambio antes de la moneda

  Si la moneda no aparece hasta mediados del siglo VII a.C,, ¿cómo se realizaban los intercambios con anterioridad?  Podemos sintetizar las diversas fases en tres puntos: 1) trueque; 2) moneda natural, y 3) instrumento de metal.

La moneda es una invención relativamente reciente que ha simplificado muchísimo la vida de los pueblos, pero no debemos pensar, habituados como estamos a su uso insustituible, que la civilización no existía antes de que fuera introducido este instrumento. ¿Cómo es posible llevar a cabo una transacción comercial sin disponer de un bien que MIDIERA, el valor de otro bien?

De nuevo es Herodoto quien nos explica las modalidades del trueque: los poseedores de una determinada mercancía desembarcaban en un puerto, descargaban sus bienes y luego se retiraban para demostrar que iban en son de paz.  Los naturales del lugar aparecían y mostraban aquello de lo que disponían y que deseaban intercambiar, retirándose a su vez.  Los primeros mercaderes desembarcaban de nuevo y consideraban la oferta: si les parecía adecuada, aceptaban el cambio; en caso contrario, retiraban parte de sus bienes, haciendo de este modo una oferta en su opinión más equitativa.

  Este tipo de intercambio podía aplicarse sólo al tráfico internacional y lo practicaban pueblos habituados a viajar, como fenicios, griegos y cartagineses.  Pero esta clase de relaciones no agilizaba ni incentivaba el comercio privado.

Puesto que las estructuras sociales eran de subsistencia y no existía especialización en el trabajo, los pequeños grupos podían vivir con cierta autosuficiencia; pero cuando los hombres organizaron sus propias funciones y se dedicaron a una sola actividad, el problema del «intercambio» se dejó sentir como algo grave y decisivo: el metalúrgico poseía muchas herramientas, pero necesitaba los vestidos del tejedor y la harina del molinero, los cuales a su vez, para vivir y trabajar, debían procurarse las mercancías de los demás artesanos.

La división del trabajo, el nacimiento de las economías agrarias y el progresivo sedentarismo de los pueblos hicieron cada vez más urgente la necesidad de un sistema de comercio válido y sencillo.  Así, pues, se buscó un medio aceptado por todos, a fin de dividir el intercambio en dos tiempos y poder aligerar el tráfico.  Se trataba de escoger un producto de valor convenido, obteniendo de este modo una especie de escala comparativa.

  Esta mercancía-muestra, llamada moneda natural podía ser extraordinariamente variada, pero debía cumplir dos requisitos necesarios para desarrollar su función de bien intermedio: unir utilidad y conveniencia, y ser abundante pero al mismo tiempo preciada.  La moneda natural seguía en uso en tiempos recientes: hasta el siglo XIX, en Islandia el costo de toda mercancía se establecía en pescado seco, y en Alaska, en pieles de castor.  Entre los pueblos primitivos, aún en nuestros días hallamos  monedas tan diversas como extrañas: esteras trenzadas en las Nuevas Hébridas, semillas de cacao en México, arroz en la India y el cauri, o concha de molusco (es muy conocida la Cypraea moneta), de amplia difusión en todo el mundo.  Los pueblos de la antigüedad prefirieron el ganado, que presentaba la indudable ventaja de gozar de aprecio y al mismo tiempo, de ser abundante, además de muy útil.

El descubrimeinto de los metales:

 

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Última modificación: 15 de Febrero de 2000